martes, 14 de diciembre de 2010

HARRY POTTER AND THE DEATHLY HALLOWS PT 1 (o Cómo Jugarte La Varita En La Boca)

La crítica de Peter Travers de The Rolling Stone Magazine sobre Harry Potter 7 termina más o menos así "I just wish Dumbledore came back from the grave and restore the magic to Harry Potter, because what we see on the screen right now is a cheat!" Creo que no hay forma más elocuente de expresar lo que sentí durante las casi 2 horas y media que dura esta primera entrega del séptimo libro (¿¿??). Hay trampas por todos lados: estéticas, de casting, de guión y, en general, de una película que ni siquiera te da lo que todos esperábamos: ganas de más. 

Vamos a comenzar por el hecho de que no soy un fanático de las películas, y mucho menos de los libros. No he leído ninguno, y probablemente no lo haga. Eso no importa, las adaptaciones fílmicas no le deben nada a sus contrapartes literarias más que la esencia. Y si la mayoría de los fans de los libros están a gusto con las películas, entonces creo que esa esencia se ha mantenido. A mí me llama la atención una cosa de este director: parece no tener estilo definido, ni una voz. Ya sé que cada película/libro es un viaje, y que la tensión y tono van en aumento, pero eso no tiene nada que ver con la piñata formalista que David Yates ha entregado en sus tres aportaciones. En el caso específico de la séptima película, Yates empieza con el pie derecho con secuencias y subtexto de una exquisitez admirable. Inmediatamente sabes que esta película será diferente, que la tensión no cesará, que la vulnerabilidad del lado de los jedis -perdón, de los magos buenos- estará en su punto más crítico, y que la obscuridad en tono, al igual que en la trama, ganará terreno.

Pues ninguna de estas cosas termina pasando después de los primeros minutos del film. La película se pierde -como sus personajes principales- en medio de un bosque infértil de escenas juguetonas, de guiños a un triángulo amoroso, y de un sugerido y nebuloso despertar sexual por parte de los tres. Tema ya visto en las anteriores películas y que la escritora de la saga, o los guionistas de los filmes, se han empeñado en estirar hasta puntos que ya chocan con lo ridículo. Desde The Prisoner Of Azkaban, ya se venía jugando con una cuestión táctil/sexual en los tres. Tema que parecía consolidarse en la 6, y que ni en la 7 tenemos idea de qué pasa. Cho ya no existe, Ginny está relegada, y Ron y Hermione no tienen nada claro. Y Harry parece que quiere con todas, pues claro que hubo tensión sexual con su "mejor amiga."Que aquí merece la pena darle crédito al director en una de las mejores secuencias de la película: cuando Harry saca a bailar a Hermione adentro de la casa de campaña. Es muy dulce, es muy infantil, es honesta con los dos personajes que la comandan y además es muy obscura.

Yates parece perderse en la torpe idea de que la estética sombría es igual al tono obscuro que se busca. Claro que tiene que ver, y claro que apoya, pero si no existe un tono obscuro en el drama en sí, la estética sale sobrando. Por ejemplo, manejó excelentemente bien el tono obscuro que la maestra Dolores Umbridge en la quinta entrega. La estética era más inclinada hacia Amélie que hacia alguna película postapocalíptica, pero eran las acciones de Dolores, y sus character treats lo que realmente la convertían -al personaje y a la película- en algo muy sombrío. 

Los puntos más débiles de la película (y de algunas otras de la saga) son las trampas en las que cae el guionista. Hay cosas demasiado fáciles para los personajes principales. Las escenas de clímax en las últimas tres películas en particular se resuelven de manera barata, tramposa, y dejan a la audiencia con un sentimiento de insatisfacción. En The Deathly Hallows Pt. 1 es Dobby quien viene y salva el día para la banda Potteriana. No se logran escapar gracias a la brillantez de Hermione, la pasión y talento de Potter, ni por alguna puntada de suerte de Ron. 

Es el elfo Dobby. Porque los elfos pueden entrar y salir de lugares sin más ni más. Eso está bien, es válido en el mundo mágico de Potter, pero no es válido que esperan que te tragues ese pedazo de información convenientemente guardado. Se siente como una trampa. Es esta secuencia, entonces, una gran falla en dos niveles: falta de información y un personaje secundario que es quien realiza la acción salvadora. Es un Deus ex Machina. Es una trampa. Y lo que viene después es un intento muy barato y no muy efectivo de emotividad para con Dobby. No hay suficiente desarrollo de personaje como para llevarnos a las lágrimas. Es muy fácil cuando se tiene personajes así, conmover al espectador. Esa dulce y tierna voz, su postura infantil, y su cara tipo Gatoconbotas de Shrek 2 te roban el corazón. Pero es flojo e ineficiente cimentar tu punch dramático en esos aspectos.

Y lo peor de la cuestión Dobby/clímax es que ocurre en una escena crucial en la película que te deja con expresión de "meh" rumbo a un final que debió ser mucho... mucho más adrenalínico o como dicen los gringos: jawdropping. Si había algo que la película prometía -porque obviamente no prometía atar cabos sueltos, ni tener ningún tipo de resolución- era un final que te dejara, literalmente, con ganas de más, con urgencia de más. Un final cliffhanger. Porque mientras que la última escena es muy evocadora, sutil, y hasta cierto punto poética, ésta es una saga. Llevamos 7 años acompañando a estos maguitos. Y el final de The Deathly Hallows Pt. 1 no debió tener ninguna misericordia de su audiencia. 

Debió hacernos apretar el abdomen de dolor, de ganas de un final que no tendremos hasta Julio del 2011. Pero hasta en eso, que no era nada difícil, falló. 

Se avecinan tiempos difíciles, David.

_____________________
FOTO: http://www.stampers-den.ca

miércoles, 29 de septiembre de 2010

PARANORMAL ACTIVITY ( o Goliat Caerá Una Y Mil Veces)

Vivimos en una época en la que los ejecutivos de los grandes estudios se quiebran la cabeza por saber cuál será su siguiente film a realizar, sólo para terminar realizando un remake mediocre de algún éxito del pasado, o una secuela ridícula de algún éxito reciente (o absurdamente pasado). Sin embargo, de repente nos encontramos con esas joyitas que, sin mucho ruido, se les ponen al tú por tú a las grandes producciones. Esas gemas en las que trabajan personas que todavía ven en el cine una pasión y un arte noble, y que además comprenden que esa pasión y ese arte no tiene por qué pelearse con el factor entretenimiento. "Juno", "Little Miss Sunshine", y "500 Days Of Summer" son grandes y recientes ejemplos de esto.

Todo lo anterior es exponencialmente más notorio en un género específico: el terror. Es éste género uno de los más manoseados del cine. Franquicias interminables ("A Nightmare On Elm Street", "Friday the 13th", "SAW"); parodias estupidísimas; mezclas grotescas ("Alien vs. Predator"; "Freddy vs. Jason"); e interminables películas condenadas a la eterna burla, en su mejor caso o, con menos fortuna, condenadas al olvido, son algunas de las cualidades y factores que hacen de éste género el más ninguneado y minimizado del cine. 

Asimismo, es éste género el que ha dado a luz películas vanguardistas, que nos hacen ver las cosas como son: el cine es de historias interesantes, de ideas, de riesgos y es de creatividad; el presupuesto debe complementar lo anterior, no ser un condicionante para. El terror ha sido un género muy aceptado por los estudios porque es, en términos generales, un género barato y con una audiencia cautiva. Un estudio puede no aceptar dramas, o buddy-movies, pero siempre tiene las puertas abiertas al terror. Y, como en todo lo que es abusado, se da que tenemos que pasar por mucho tiempo para llegar a ver otra película de terror que valga la pena. 

En la primer década del nuevo milenio hemos sido testigos de varias joyas del terror. Pero en específico, llaman la atención aquellas que, con un presupuesto casi inexistente, logran impactar en el mercado y a la vez proponer algo en tan desgastado género. "The Blair Witch Project" nos anunciaba en 1999 lo que "Rec" y la efectivísima "Paranormal Activity" reafirmarían en 2007 (aunque ésta última tuvo una exhibición más agresiva hasta el 2009): el terror está vivo, y nada tienen que ver ni las franquicias, ni las estrellas, ni los estudios. Historias interesantes, personajes con un nivel de realidad,  mercadotecnia inteligente y una ejecución que vaya de acuerdo a la historia, son suficientes para hacer ruido y meter gente a las salas.

"Paranormal Activity" cuenta la historia de una joven pareja que comienza a ser acosada por lo que parece ser un ente paranormal. Fantasmas, demonios, energía. No se sabe qué es. E inmediatamente surgen dos ángulos sobre cómo lidiar con el tema: las dos surgen de la ignorancia. La mujer se toma totalmente en serio los incidentes. El hombre los toma con ligereza, y hasta se burla. Pero lo más importante dentro de "Paranormal Activity" es que la película va más allá: explora la vida de una pareja joven.

La película pareciera tratar sobre la incomunicación entre parejas. Sobre el estilo de vida caduco, retrógrada, y fatal (literal y metafóricamente) de las parejas jóvenes americanas sin importar su ascendencia. El fantasma es un incidente real y a su vez una metáfora. Bien dice Roger Ebert que es muy delicado hablar de metáforas en el cine porque es muy fácil argumentar cualquier significado. Sin embargo hay veces que no se tiene que hurgar de más, para ver una realidad muy directa y transparente. El fantasma representa esa común falla que las personas reconocen o aceptan muy "tarde" en su pareja, y que por incomunicación, ignorancia, o simple incompatibilidad siempre en negación, termina por matar la relación.

Es un tema reconocible, pues. Una película de terror, como ya lo dijo el maestro canadiense Paul Jensen, no funciona si no existe una evocación a lo ordinario, a lo familiar. Es dentro de estas gastadas y fallidas relaciones sentimentales dónde habitan los verdaderos monstruos y fantasmas que aterrorizan emocional y físicamente. Una buena historia de terror tiene subtexto, tiene capas, tiene una tésis temática fuerte y argumentada.

George A. Romero y sus zombies evocaban la estúpida obsesión humana por tratar de hallar soluciones a problemas que nosotros mismos negamos. No vamos a la raíz de los asuntos. No operamos ni prevenimos, tomamos una aspirina para dolores de cabeza. Kubrick en "The Shining" iba más allá de una historia de un escritor enloquecido: atacaba directamente una imagen de familia que distaba radicalmente de lo que the american dream predicaba.

"Paranormal Activity" no es diferente. Tiene la fortuna de contar con una ejecución que obedece, a parte de a cuestiones económicas, a una armonía con su tema. La inmediatez de la era digital, la alienación de las personas hacia lo material y hacia sociedades virtuales es otra forma de separación entre familias, parejas, amigos... entre humanos. La cámara nos sirve como recurso narrativo que va más allá de lo que la pareja puede ver. Es una cámara montada sobre un tripié, la que detecta ese fantasma, ese demonio, esa falla. Es como la cámara de vigilancia de la pareja. Sólo ella (y nosotros) ve lo que para ellos son meras suposiciones, cosas infundadas, cosas que cada uno cree poder controlar a su manera. Y así, sin una estrechez, sin una comunión, sin una comunicación real y efectiva, la herida no sana, sino que crece y crece hasta que termina por destruir. Destruye como todo aquello que nosotros mismos dejamos crecer.

Y así, con valores de producción dignos de cortometraje estudiantil; con emplazamientos de cámara que están subordinados a la historia que se cuenta; y con una contundencia en el arte de asustar: (que esto nos llevaría otra entrada completa) con minimalismo, con atmósfera, con un ascenso de tensión, con esos miedos que todos tenemos clavados desde la niñez; "Paranormal Activity" se puede jactar de ser uno de esos garbanzos de a libra del cine de terror. 

Pero David se puede convertir en Goliat. Ahí viene "Paranormal Activity 2."

___________________________

FOTO: http://www.canaltcm.com

jueves, 23 de septiembre de 2010

HISTORIAS HUMANAS (ó Una Cátedra En Personajes Entrañables)

En la creación de historias cinematográficas, muchas veces se malinterpretan las palabras "héroe" o "protagonista." Se cree que éstas tienen que ver con "el buen tipo" o "la chica noble e inocente." Se cree, en fin, que éstos conceptos están única y exclusivamente relacionados con atributos positivos. Hay algunos, los que suelen pasar a otra liga de realizadores, que confrontan esta noción retrógrada, aburrida, y plana. Martin Scorsese con Raging Bull, Oliver Stone con Wall Street, Truffaut con 400 Golpes, Kubrick con A Clockwork Orange, por mencionar algunos ejemplos, nos han dado grandes cátedras de personajes matizados, humanos y entrañables.

Noah Baumbach (The Squid and The Whale, Greenberg) como guionista y realizador nos demuestra que el héroe está mucho más relacionado con el entendimiento que pueda tener la audiencia del personaje que se muestra en pantalla. Una persona con matices, con sus lados brillantes y sus lados sombríos, siempre nos será más interesante porque actúa como reflejo de nosotros y nuestros similares. Así, Baumbach nos receta filmes con personajes que, por un lado, dividirán audiencias; por otro, serán muy inaccesibles en algún nivel.

En The Squid and The Whale, el director nos relata las andanzas de una familia extremadamente culta y extremadamente fallida. Están en crisis, en medio de un divorcio. Todos buscan respuestas donde no las hay o, a lo más, donde encontrarán más preguntas. Existe en cada uno de los personajes un narcisismo basado en ficción, en el pasado, en un ideal, o en una terrible adolescencia. Todos los elementos que conforman esta familia, en algún nivel son personajes falli
dos. Pero sus fallas los hieren, aunque a veces las confundan con fortalezas.

Y es el dolor interior por el que pasan lo que hace activos a cada uno de los personajes: están en constante movimiento, luchando, buscando, fallando de nuevo. El padre es un romántico Profesor de literatura estancado en sus tiempos de gloria como novelista. La madre es una escritora comercial sin respeto para su marido tanto en lo profesional como en lo personal. El hijo mayor es un snob que se la pasa alardeando de una cultura inexistente y plagiando canciones de Pink Floyd. Por último, el hijo menor parece ser el más abierto a las bondades de un mundo en el que hay cosas más allá de una reputación, o de una culturización enfermiza: existe el vivir el presente.
Y él como buen adolescente, vaya que lo vive. Y así la familia es un testimonio de que una piedra en el camino no es un fracaso, sino una oportunidad de revalorar y reconceptualizar la realidad.


En Greenberg, Baumbach nos presenta a Roger Greenberg, sorpresivamente interpretado con gran finura por Ben Stiller. Roger Greenberg es un obsesivo compulsivo que tiene muchas fallas emocionales
y psicológicas, pero una que es mucho mayor y que lo ata a una tragedia
irremediable: un duro y agudo odio. Odia todo. Odia su vida, se odia, odia a los exitosos, a su familia, a la asistente personal, odia a los veinteañeros, odia myspace. Odia al mundo.

Y en ese odio, hace que la audiencia lo odie también. Es una persona que no te cae bien. Es uno de esos entes que cada que te lo encuentras en algún sitio, sin importar que tan perfecto haya sido tu día hasta ese punto, todo se viene abajo. Hay personas que te alegran el día. Greenberg te lo deshace. Pero no deja de ser un personaje excelentemente delineado: intenta hacer las cosas bien, le preocupa hasta la obsesión el no dañar a la gente, ama al perro de su hermano. Sus intenciones son buenas, pero irremediablemente termina echando todo a perder.

Ambas películas nos llevan por unos laberínticos recorridos de los personajes. A algunos se les hará más accesible la familia de The Squid and The Whale, a otros los enamorará el amargado de Greenberg, pero a todos nos interesará, desde la primera toma, saber a dónde vamos. Las películas te atrapan, y nunca flaquean en ritmo o en tono. Y en ambas tenemos los momentos tan clásicamente dulces en los que los personajes se enfrentan a su demonio frente a frente, se reconocen enteramente, y dan un paso en otra dirección. Los momentos Hamlet son manejados por Noah Baumbach con la delicadeza de un maestro. No hay una escena de más.

El gran acierto de Baumbach es poder enseñarnos desde los primeros planos, a estas personas con grandes debilidades, y también sus ganas de salir adelante. Basta con hacer la trampa de ver la primer escena de cada personaje, y compararla con la última escena de cada uno, y será evidente que el viaje los ha cambiado. Quizás se equivoquen durante el mismo. Quizás los odiemos por gran parte de la película.

Pero nunca nos son indiferentes, y no podemos evitar el encariñarnos y preocuparnos por estos personajes que son, como diría Nietzsche: humanos, demasiado humanos.

___________________

domingo, 14 de marzo de 2010

Orgasmos, Bestialidad y Humanidad (ó De Viaje Por TWENTYNINE PALMS)


"Twentynine Palms" del director Francés Bruno Dumont, es una obra de encantadora crudeza y es tan humana, que te hace sentir incómodo.

La película recoge las andanzas de David, un fotógrafo independiente en búsqueda de locaciones en 29 Palms, California. A su lado viaja Katia, su linda amante Rusa-Francesa. Él habla inglés. Ella sólo habla francés. En este viaje se descubren capaces de los más auténticos gestos dulces; de crear las más estúpidas tensiones entre ellos; de curar el aburrimiento con sexo primitivo y urgente; y también de tolerarse y seguir adelante.
Bruno Dumont elige contarnos esta extraña historia con una economía de estilo que recuerda al cine del Mexicano Carlos Reygadas.

Los planos largas no se sienten pretenciosos, sino que son lógicos y orgánicos a los temas que se tocan en tan visual película.
El film habla sobre el humano y sus pasiones. Se encarga de explorar éstos temas sin ningún tipo de maquillaje y con un perfecto voyeurismo. De hecho, el filme está rodado de forma que el espectador se siente como el más talentoso y poderoso voyeurista: Dios.

Estamos ante una pareja que podría ser la última sobre la Tierra. Ellos caminan desnudos ante la inmensidad y aridez del paisaje del sudoeste Estadounidense. Ellos hacen el amor en donde se presente la ocasión y dónde sea que el aburrimiento los supere: en el desierto, en la alberca, en el cuarto de motel barato.
Existe en todas sus interacciones una especie de egoísmo emocional por parte de David. Es un ser que se comporta como depredador, como un cocodrilo al acecho, quejándose de los defectos de su extraña amante y en muchas ocasiones, forzándola a tener sexo bajo sus condiciones.

David es, en muchos sentidos, la materialización del humano como animal ni más inteligente, ni menos foráneo. Y la exploración de esos cuerpos desnudos, tan imperfectos, tan humanos y sin maquillajes nos demuestran qué tan alienados estamos de nuestra propia superficie.


"Twentynine Palms" se mueve lentamente por sus casi dos horas de duración. Es un filme paisajista. Es un filme que nos demuestra nuestra fragilidad e insignificancia ante lo imponente, hermoso y extrañamente siniestro de la naturaleza. Se va afianzando poco a poco en el espectador. Lo deja acostumbrarse, incluso aburrirse, y cuando menos lo esperamos, nos llega una resolución que va en contra de todas las expectativas generadas (si es que genera alguna...) y se siente, literalmente, como ese momento de confusión/horror/alivio que tenemos al despertar de una pesadilla.


Lo que logra "Twentynine Palms" de forma contundente y efectivísima, es aterrorizar al espectador. Pocas películas lo logran, y grandes clásicos se cuentan entre esos pocos filmes. La sensación que te llevas al final del viaje es de incomodidad. Es de esas películas que te llevan a la ridícula pregunta de "¿es acaso correcto que me guste lo que acabo de ver?" "¿Será ético recomendarla a mis conocidos?" Sí. Es una película que genera muchas más preguntas que respuestas.

Y te deja una muy aguda sensación. Pero es una sensación que se siente tan extraña como tú mismo y como la experiencia por la que acabas de pasar.

______________________________________

FOTO: http://www.offoffoff.com

viernes, 26 de febrero de 2010

Fachadas Siempre Inciertas (ó Visitando SHUTTER ISLAND)


NOTA: Voy a romper el cuarto muro para admitir una cosa: soy un Scorsesiano, y sé que por lo mismo, mucha gente descartará mi punto de vista desde el título. Pero denme el beneficio de la duda. Quizás logre engañarlos tan bien, que les parecerá la más absoluta verdad... o decirles tan argumentadas verdades, que creerán que todo es una gran mentira.

________________________________________

Martin Scorsese ha hecho entrega de una película con mucho corazón, estilo y magnificencia artística. El cine como conjunto de artes y talentos está desplegado con pasión durante cada cuadro de la película. En una historia sobre engaños, apariencias, traumas, sobre segundas lecturas, Martin Scorsese se siente comodísimo haciendo gala de su maduro talento y gran destreza de su lenguaje audiovisual. Si lo pusieramos a modo de argumento, la película maneja la tésis que la relación individuo-instituciones, es una relación de cosas obscuras, desconocidas y sospechosas. Todos estos temas están concentrados en una película que mezcla un terror psicológico Hitchcockiano, con el Film Noir de la postguerra.


La película sigue las andanzas de Teddy Daniels (Leonardo Dicaprio) y su nuevo compañero, Chuck Aule (Mark Ruffalo), dos US Marshals enviados a Shutter Island para aclarar el misterio de la desaparición de un interno. Al llegar se encuentran con mucha locura, mucha paranoia y cosas que aparentan ser lo que no son. Cuando las instituciones, con ciertas obligaciones de procuración de derechos y garantías, se sienten más sospechosas y siniestras que cualquier otro elemento en la isla, el mundo se desbalancea. El orden natural de las cosas se quiebra.


Desde el primer plano, Scorsese nos hace eco de los temas a tratar: la neblina, una aparente paz que se ve trastocada por una mancha amorfa, que después resulta ser un barco. Segundas lecturas. Paciencia. Engaños. De hecho, la secuencia inicial, como las grandes obras cinematográficas, resumen a modo de
foreshadowing lo que las siguientes 2 horas con 18 minutos nos recetarán.

Los recursos estilísticos de la película se sienten orgánicos a la línea temática de la misma. La edición (la Scorsesiana, Thelma Schoonmaker) está planteada de manera interesante. Desde el inicio vemos que hay algo... raro. Muchos de los cortes no tienen sentido en cuestión de lip-sync o de continuidad. Roger Ebert dijo que la película afecta principalmente a los sentidos. Es una declaración muy genérica, que a la vez resuena como cierta.


¿Qué pequeños detalles nos distraen de lo realmente importante? ¿Cuáles son los sonidos más obscuros que te puedan acechar? Pero principalmente, la película actúa como un agente que embruja al espectador y lo acosa por horas, o días. Esto gracias al microcosmos que retrata y a una línea temática que en un mundo como el de hoy, resulta muy sensible.

"Shutter Island" encapsula al nacimiento del EEUU contemporáneo. Es un microcosmos de la sociedad estadounidense de esos días y que se mantiene hasta hoy. Son los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. EEUU afianzado como potencia mundial, decidido a tener presencia hegemónica en el mundo, y a la vez sumido en la paranoia brutal de la Guerra Fría. Teniendo esto como contexto es imposible que "Shutter Island" no te afecte en los sentidos.


Es una película sobre una desconfianza tremenda hacia todos y hacia todo. Una película que explora la posibilidad tan real en México de ¿qué si las instituciones que deberían procurar el bienestar social, son las principales responsables de jodernos?


Y Scorsese explora estos retorcidos temas de forma magistral. Se deja llevar por la diversión y el arte de hacer cine. Y se nota. Llevándonos por secuencias que evocan al ya mencionado Hitchcock, Akira Kurosawa, y el preciosismo visual japonés contemporáneo. Scorsese ha mencionado que sigue aquí por la insaciable hambre de experimentar y de "intentar." Definitivamente en "Shutter Island" se encargó de ambas, y no sólo intentó, sino que lo logró.


Hay muchas críticas sobre el guión (muchas de estas emanadas de la cuestionable reputación de la guionista Laeta Kalogridis) Es una historia que al final, la inercia llevará a muchos a pensar que no propone nada nuevo. Pero se tiene que digerir. Incluso verse por segunda ocasión. Es una película densa que puede confundir a muchos (especialmente con el ridículo nombre en español de "La Isla Siniestra"). Tenemos que recordar también, que desde hace mucho las películas y las historias no se basan en la originalidad del ¿qué? sino en la originalidad y autenticidad del ¿cómo?


Y es aquí en dónde Scorsese demuestra su maestría. Scorsese logra mantener una tensión poderosa durante el largo tiempo de duración; pero lo logra poniendo a la audiencia en una cuerda floja (muuy floja) en la cual las posibilidades de caer hacia un lado u otro son exactamente iguales. Incluso son iguales las posibilidades de caer en medio, temiendo y dudando de ambos extremos.

Una de las cosas más notorias de "Shutter Island" es que es una película que logra no sólo envolvernos en el misterio y suspenso de la trama, sino también nos gana en el factor emocional. Leonardo DiCaprio demuestra nuevamente lo seguro que se siente al lado de su mentor. Se da la libertad de crear su personaje, de experimentar y de salir airoso. Su personaje nos lleva de la mano y sentimos con él desde su malestar inicial, pasando por el emotivo clímax, y hasta llegar a la sobria, sutil y deliciosamente ambigua resolución.


"Shutter Island" es una película de esas que se degustan y que se clava en el espectador. Y seguramente será tema de muchas horas de pláticas. Me encantaría entrar en el debate de posibilidades planteadas en el film. Sin embargo les echaría a perder el viaje. En unos cuantos meses... ¿quizás?
Sólo me gustaría dar pistas para mi teoría sobre la conclusión y comentario del autor:
  • Contexto histórico
  • Convenciones del film noir
  • Martin Scorsese
  • Línea temática
Vayan al cine. Observen. No se queden con la primera lectura. Confíen en lo que ven... confíen en lo que sienten. Recuerden que afecta a los sentidos. ¿O no? ¿Será acaso una película mediocre de un director que se ha tomado demasiado en serio?

Fachadas inciertas. Opciones. Escenarios. Una deliciosa y tentadora cuerda floja. Den el primer paso.

__________________________________
FOTO: cinematropolis.wordpress.com

martes, 12 de enero de 2010

Fellini Ha Dejado El Edificio (ó Un Ensayo Sobre La Crisis Creativa)


¿Cuál es la diferencia entre 8 1/2 de Fellini y Nine de Rob Marshall? Que la primera está hecha por un maestro, y la segunda está hecha por un fan del maestro. Que la primera en su secuencia inicial logra lo que la segunda en su totalidad no: engancharte y sentir con el protagonista.

Rob Marshall, encargado de un gran musical como lo fue Chicago, nos trae esta entrega fílmica que es una adaptación de un musical de Broadway que adaptó 8 1/2. No sé si ver Nine en teatro sea una experiencia inolvidable, electrizante, y llena de emociones, lo que si sé es que la película es plana, sin creatividad y con canciones solamente cumplidoras.

Rob Marshall parece estar poseído por la crisis creativa en la que su protagonista Guido Contini está sumergido. No existe un viaje cinematográfico espectacular, como el que esperamos de un musical. Las secuencias narrativas son muy mediocres, de poco atractivo dramático y menos visual. Las secuencias musicales son, como las canciones, simplonas.

Uno de los mayores problemas que Nine tiene es su guión. La historia tropieza desde el inicio, y es que en lugar de lanzarnos a la vida de nuestro protagonista en un momento donde el cambio urge, nos lanza cuando el cambio ya se ha dado. Desde la primer secuencia, Guido Contini ya está buscando el mensaje bendito de sus musas. Esto pudiera no ser algo negativo si la película tuviera algún punto de giro interesante durante, al menos, su segundo acto. Pero no lo hay. Guido Contini está en bloqueo creativo, y aquí lo unico que vemos es a un Daniel Day-Lewis en una sola nota: fumándose su ansiedad.

Debemos ser justos. Ése es el personaje... el personaje se mantiene igual por un primer y segundo actos flojos. Daniel Day-Lewis como actor es fenomenal, pero no tiene material con qué trabajar. Pero de hecho, lo único que mantiene a flote la película es la presencia de Lewis y de las mujeres de Guido: Penélope Cruz como su amante, Marion Cotillard como su esposa, Nicole Kidman como su musa y Sophia Loren como su madre. Fergie se queda afuera... la película sería lo mismo sin ella, o se beneficiaría.

Además de los actores, otro punto muy fuerte del film, con toda justicia debe mencionarse, es su gran resolución. Quizás lo único cinematográficamente valioso de la cinta sea la mayoría del tercer acto. Es inspirador, es elegantísimo, y es verdaderamente bello.

Nine definitivamente decepciona por todos los elementos que están ahí, pero que no se explotan en su totalidad. Es una gran muestra de que un guión débil, difícilmente se rescata.

lunes, 11 de enero de 2010

Un Nuevo Mundo (ó Un Gran Espectáculo En 3D)


Avatar es sin lugar a dudas un gran espectáculo que vale mucho la pena incluso con sus 2 horas 42 minutos de duración. Hay muchas visiones caducas sobre el cine y su efectividad comercial. Una de ellas es el tiempo de duración. En los inicios del cine, por ejemplo, nadie creía que las audiencias pudieran sentarse a ver una pantalla por una hora. El estándar ahora es de 90-120 minutos. Cuando se pasa esa línea, los ejecutivos empiezan a preocuparse. La cuestión es simple: una buena historia o gran entretenimiento y si puedes mezclar ambas, ¡qué mejor! Avatar lo hace.

Su historia no es nada nuevo en el cine, eso es definitivo. Pocahontas, Danza Con Lobos, El Último Samurai, entre otros títulos nos servirían como ejemplos de lo mucho que se ha utilizado la premisa que se ejecuta en Avatar. Lo mismo pasa con muchas otras películas. Las historias, como varios autores aseguran, ya se han agotado, solamente cambia la forma de contarlas. Avatar cuenta una historia muchas veces vista con gran estructura a nivel guión, y con elementos visuales genuinamente sorprendentes.

El guión tiene algunos hoyos, como todas las historias. Sin embargo, son más notorias sus fortalezas que sus debilidades. Y su gran fortaleza radica en su estructura simple y clásica: está contada en tres actos puros y tiene puntos de giro muy efectivos que elevan los riesgos y lo que está en juego en el trama principal sin olvidar a los subtramas. Los subtramas están ahí para seguir iluminando el tema principal, no para opacar ni para intentar ser películas por sí solas. Ésto por sí solo ayuda a mantener el ritmo de la película y la atención del espectador por los 162 minutos de duración.

En cuestión visual hay poco que decir. Es grandiosa. Es una película que tiene que verse en 3D. Fue filmada en 3D y las cámaras fueron desarrolladas por el mismo director. Avatar marca una experiencia visual única en muchos años. Paul Jensen, guionista y maestro Canadiense, asegura que la experiencia de Avatar sólo puede equipararse con aquella leyenda urbana que data de 1895, en el que un pequeño público Parisino veía con asombro y terror cómo se iba acercando un tren hacia ellos, ignorando que se trataba sólo de una reproducción cinematográfica.

Al mundo de Avatar sólo le falta oler para poder decir que estábamos completamente sumergidos en él. El 3D utilizado en ésta película se utiliza como recurso estilístico que busca llevarnos a una experiencia única real y abrumadora. No se utiliza para las ya cansadas tomas de objetos volando hacia el espectador. Se utiliza para ir del hombro de nuestros personajes, y para enamorar a la audiencia de ese mundo del que nuestro personaje principal se enamora.

Sin embargo, la real grandeza de Avatar no radica ni en la historia como tal ni, mucho menos, en sus recursos estilísticos. Su grandeza radica en que tanto la historia y esos recursos estilísticos son subordinados a una tésis temática contundente: el mundo está conectado en armonía y sólo unos cuántos lo pueden ver. Es una línea temática urgentísima. Si bien es un tema un poco pesado mediáticamente, es un hecho que el humano no termina por entender. Si bien es un tema que en Avatar se deja caer con total fiereza, olvidando las sutilezas, los últimos años demuestran que la humanidad quizás necesite mensajes arrojados en la cara.

Avatar arroja éste mensaje a la cara. No tiene miedo. De hecho, arrojarnos ese mensaje le costó arriba de 250 millones de dólares. ¡Qué buena inversión!
______________________________________
FOTO: http://i.usatoday.net/

domingo, 10 de enero de 2010

Arriba En El Aire (ó Una Cátedra Sobre La Economía De Estilo)


"Up In The Air" es una de esas películas que por su poster y decisiones mercadológicas podrían pasar de noche a mucha gente. Si no fuera por su gran recepción a nivel crítico y porque es el tercer largometraje de Jason Reitman, responsable de la gran "Thank You For Smoking" y la excelente "Juno", esta película quizás hubiera sido fácilmente ignorada en las salas de cine.

Qué bueno que no fue así.

"Up In The Air" es, quizás, la mejor cinta del 2009 que he visto hasta el momento. Es una película que tiene mucho corazón y sobre todo es una cinta que regresa a lo básico: contar una historia. Olvidémonos de distractores efectistas y decisiones de postproducción para lograr una película "ágil" y "novedosa" u otras ridiculeces. Es economía de estilo lograda por un jóven de 32 años que filma como un monstruo de 60.

La película nos muestra la vida común de un hombre que vive para trabajar y vive, literalmente, en su trabajo. George Clooney es Ryan Bingham, un hombre obsesionado con su trabajo, el movimiento, y sobre todo obsesionado con no conectar absolutamente con nada ni nadie que no sea el siguiente vuelo. Su trabajo es viajar a distintos puntos de Estados Unidos para despedir gente. En estos tiempos, su empresa está en bonanza. Despedir personas no es fácil y Bingham se encarga de hacerlo limpia, rápida, y fácilmente. De vez en cuando, Ryan Bingham da pláticas motivacionales... sobre cómo deshacerse de la carga que representan todas las relaciones personales.

El filme no engaña a nadie ni pretende ser otra cosa que una comedia romántica. Lo que cambia es que Reitman hace una comedia romántica con mucho cerebro y más corazón. Todos los personajes con los que nos encontramos son entrañables. Clooney se encarga de llevarse a la audiencia al bolsillo desde su primer línea de diálogo "Good question... who the fuck am I?" Esto puede sonar cosa fácil para una superestrella de la actuación. No lo es. Su personaje es multidimensional con una fachada acartonada y segura de cada paso que toma.

"Up In The Air" sigue uno de los viejos cánones para lograr una buena película: simple story, complex character. Y es eso, sin más ni menos. Ryan se enamora de Alex Goran (interpretada por una madura e increíblemente seductora Vera Farmiga), una viajera con filosofía parecida a la suya, a la vez que toma bajo su ala a una nueva promesa de su empresa, Natalie Keener (interpretada por una vulnerable y encantadora Anna Kendrick), quien ha amenazado el seguro, monótono y temeroso estilo de vida de Ryan al proponer en su empresa el video chat como recurso para despedir a la gente en vez de costear el movimiento de los agentes por el país.

La película es contada con una sinceridad y sutileza cautivadora. El personaje de Clooney simplemente habla como los grandes actores hablan: con una mirada, con un pequeño gesto, un movimiento leve de cara. Y esos pequeños detalles te llenan de información. Descubres a una persona con una única falla fatal: el miedo a conectar. Su viaje va del rechazo a la conexión hacia su epifanía sobre un sistema de sobrevivencia que - por su edad, por su situación de "foráneo" para su familia y por muchas señales a su alrededor- ya está obsoleto.

En México al parecer llega a inicios de Febrero, justo a tiempo para verla antes de los Oscares, en los que seguramente figurará al menos en las categorías de película, director y guión. No duden en darle la oportunidad a esta bella, conmovedora y refrescante obra. Mi más grande admiración y respeto para Reitman, quien ha demostrado no ser un one hit wonder y se está consolidando como un gran director a una muy corta edad.

Es una comedia romántica que te mueve muchas fibras a distintos niveles. Y al salir de la sala de cine quieres agarrar a tu pareja, tu amigo, tu hermano o tus padres y decirles: "gracias por ser mi copiloto".

______________________________________
FOTO: http://blog.beliefnet.com