miércoles, 29 de septiembre de 2010

PARANORMAL ACTIVITY ( o Goliat Caerá Una Y Mil Veces)

Vivimos en una época en la que los ejecutivos de los grandes estudios se quiebran la cabeza por saber cuál será su siguiente film a realizar, sólo para terminar realizando un remake mediocre de algún éxito del pasado, o una secuela ridícula de algún éxito reciente (o absurdamente pasado). Sin embargo, de repente nos encontramos con esas joyitas que, sin mucho ruido, se les ponen al tú por tú a las grandes producciones. Esas gemas en las que trabajan personas que todavía ven en el cine una pasión y un arte noble, y que además comprenden que esa pasión y ese arte no tiene por qué pelearse con el factor entretenimiento. "Juno", "Little Miss Sunshine", y "500 Days Of Summer" son grandes y recientes ejemplos de esto.

Todo lo anterior es exponencialmente más notorio en un género específico: el terror. Es éste género uno de los más manoseados del cine. Franquicias interminables ("A Nightmare On Elm Street", "Friday the 13th", "SAW"); parodias estupidísimas; mezclas grotescas ("Alien vs. Predator"; "Freddy vs. Jason"); e interminables películas condenadas a la eterna burla, en su mejor caso o, con menos fortuna, condenadas al olvido, son algunas de las cualidades y factores que hacen de éste género el más ninguneado y minimizado del cine. 

Asimismo, es éste género el que ha dado a luz películas vanguardistas, que nos hacen ver las cosas como son: el cine es de historias interesantes, de ideas, de riesgos y es de creatividad; el presupuesto debe complementar lo anterior, no ser un condicionante para. El terror ha sido un género muy aceptado por los estudios porque es, en términos generales, un género barato y con una audiencia cautiva. Un estudio puede no aceptar dramas, o buddy-movies, pero siempre tiene las puertas abiertas al terror. Y, como en todo lo que es abusado, se da que tenemos que pasar por mucho tiempo para llegar a ver otra película de terror que valga la pena. 

En la primer década del nuevo milenio hemos sido testigos de varias joyas del terror. Pero en específico, llaman la atención aquellas que, con un presupuesto casi inexistente, logran impactar en el mercado y a la vez proponer algo en tan desgastado género. "The Blair Witch Project" nos anunciaba en 1999 lo que "Rec" y la efectivísima "Paranormal Activity" reafirmarían en 2007 (aunque ésta última tuvo una exhibición más agresiva hasta el 2009): el terror está vivo, y nada tienen que ver ni las franquicias, ni las estrellas, ni los estudios. Historias interesantes, personajes con un nivel de realidad,  mercadotecnia inteligente y una ejecución que vaya de acuerdo a la historia, son suficientes para hacer ruido y meter gente a las salas.

"Paranormal Activity" cuenta la historia de una joven pareja que comienza a ser acosada por lo que parece ser un ente paranormal. Fantasmas, demonios, energía. No se sabe qué es. E inmediatamente surgen dos ángulos sobre cómo lidiar con el tema: las dos surgen de la ignorancia. La mujer se toma totalmente en serio los incidentes. El hombre los toma con ligereza, y hasta se burla. Pero lo más importante dentro de "Paranormal Activity" es que la película va más allá: explora la vida de una pareja joven.

La película pareciera tratar sobre la incomunicación entre parejas. Sobre el estilo de vida caduco, retrógrada, y fatal (literal y metafóricamente) de las parejas jóvenes americanas sin importar su ascendencia. El fantasma es un incidente real y a su vez una metáfora. Bien dice Roger Ebert que es muy delicado hablar de metáforas en el cine porque es muy fácil argumentar cualquier significado. Sin embargo hay veces que no se tiene que hurgar de más, para ver una realidad muy directa y transparente. El fantasma representa esa común falla que las personas reconocen o aceptan muy "tarde" en su pareja, y que por incomunicación, ignorancia, o simple incompatibilidad siempre en negación, termina por matar la relación.

Es un tema reconocible, pues. Una película de terror, como ya lo dijo el maestro canadiense Paul Jensen, no funciona si no existe una evocación a lo ordinario, a lo familiar. Es dentro de estas gastadas y fallidas relaciones sentimentales dónde habitan los verdaderos monstruos y fantasmas que aterrorizan emocional y físicamente. Una buena historia de terror tiene subtexto, tiene capas, tiene una tésis temática fuerte y argumentada.

George A. Romero y sus zombies evocaban la estúpida obsesión humana por tratar de hallar soluciones a problemas que nosotros mismos negamos. No vamos a la raíz de los asuntos. No operamos ni prevenimos, tomamos una aspirina para dolores de cabeza. Kubrick en "The Shining" iba más allá de una historia de un escritor enloquecido: atacaba directamente una imagen de familia que distaba radicalmente de lo que the american dream predicaba.

"Paranormal Activity" no es diferente. Tiene la fortuna de contar con una ejecución que obedece, a parte de a cuestiones económicas, a una armonía con su tema. La inmediatez de la era digital, la alienación de las personas hacia lo material y hacia sociedades virtuales es otra forma de separación entre familias, parejas, amigos... entre humanos. La cámara nos sirve como recurso narrativo que va más allá de lo que la pareja puede ver. Es una cámara montada sobre un tripié, la que detecta ese fantasma, ese demonio, esa falla. Es como la cámara de vigilancia de la pareja. Sólo ella (y nosotros) ve lo que para ellos son meras suposiciones, cosas infundadas, cosas que cada uno cree poder controlar a su manera. Y así, sin una estrechez, sin una comunión, sin una comunicación real y efectiva, la herida no sana, sino que crece y crece hasta que termina por destruir. Destruye como todo aquello que nosotros mismos dejamos crecer.

Y así, con valores de producción dignos de cortometraje estudiantil; con emplazamientos de cámara que están subordinados a la historia que se cuenta; y con una contundencia en el arte de asustar: (que esto nos llevaría otra entrada completa) con minimalismo, con atmósfera, con un ascenso de tensión, con esos miedos que todos tenemos clavados desde la niñez; "Paranormal Activity" se puede jactar de ser uno de esos garbanzos de a libra del cine de terror. 

Pero David se puede convertir en Goliat. Ahí viene "Paranormal Activity 2."

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FOTO: http://www.canaltcm.com

jueves, 23 de septiembre de 2010

HISTORIAS HUMANAS (ó Una Cátedra En Personajes Entrañables)

En la creación de historias cinematográficas, muchas veces se malinterpretan las palabras "héroe" o "protagonista." Se cree que éstas tienen que ver con "el buen tipo" o "la chica noble e inocente." Se cree, en fin, que éstos conceptos están única y exclusivamente relacionados con atributos positivos. Hay algunos, los que suelen pasar a otra liga de realizadores, que confrontan esta noción retrógrada, aburrida, y plana. Martin Scorsese con Raging Bull, Oliver Stone con Wall Street, Truffaut con 400 Golpes, Kubrick con A Clockwork Orange, por mencionar algunos ejemplos, nos han dado grandes cátedras de personajes matizados, humanos y entrañables.

Noah Baumbach (The Squid and The Whale, Greenberg) como guionista y realizador nos demuestra que el héroe está mucho más relacionado con el entendimiento que pueda tener la audiencia del personaje que se muestra en pantalla. Una persona con matices, con sus lados brillantes y sus lados sombríos, siempre nos será más interesante porque actúa como reflejo de nosotros y nuestros similares. Así, Baumbach nos receta filmes con personajes que, por un lado, dividirán audiencias; por otro, serán muy inaccesibles en algún nivel.

En The Squid and The Whale, el director nos relata las andanzas de una familia extremadamente culta y extremadamente fallida. Están en crisis, en medio de un divorcio. Todos buscan respuestas donde no las hay o, a lo más, donde encontrarán más preguntas. Existe en cada uno de los personajes un narcisismo basado en ficción, en el pasado, en un ideal, o en una terrible adolescencia. Todos los elementos que conforman esta familia, en algún nivel son personajes falli
dos. Pero sus fallas los hieren, aunque a veces las confundan con fortalezas.

Y es el dolor interior por el que pasan lo que hace activos a cada uno de los personajes: están en constante movimiento, luchando, buscando, fallando de nuevo. El padre es un romántico Profesor de literatura estancado en sus tiempos de gloria como novelista. La madre es una escritora comercial sin respeto para su marido tanto en lo profesional como en lo personal. El hijo mayor es un snob que se la pasa alardeando de una cultura inexistente y plagiando canciones de Pink Floyd. Por último, el hijo menor parece ser el más abierto a las bondades de un mundo en el que hay cosas más allá de una reputación, o de una culturización enfermiza: existe el vivir el presente.
Y él como buen adolescente, vaya que lo vive. Y así la familia es un testimonio de que una piedra en el camino no es un fracaso, sino una oportunidad de revalorar y reconceptualizar la realidad.


En Greenberg, Baumbach nos presenta a Roger Greenberg, sorpresivamente interpretado con gran finura por Ben Stiller. Roger Greenberg es un obsesivo compulsivo que tiene muchas fallas emocionales
y psicológicas, pero una que es mucho mayor y que lo ata a una tragedia
irremediable: un duro y agudo odio. Odia todo. Odia su vida, se odia, odia a los exitosos, a su familia, a la asistente personal, odia a los veinteañeros, odia myspace. Odia al mundo.

Y en ese odio, hace que la audiencia lo odie también. Es una persona que no te cae bien. Es uno de esos entes que cada que te lo encuentras en algún sitio, sin importar que tan perfecto haya sido tu día hasta ese punto, todo se viene abajo. Hay personas que te alegran el día. Greenberg te lo deshace. Pero no deja de ser un personaje excelentemente delineado: intenta hacer las cosas bien, le preocupa hasta la obsesión el no dañar a la gente, ama al perro de su hermano. Sus intenciones son buenas, pero irremediablemente termina echando todo a perder.

Ambas películas nos llevan por unos laberínticos recorridos de los personajes. A algunos se les hará más accesible la familia de The Squid and The Whale, a otros los enamorará el amargado de Greenberg, pero a todos nos interesará, desde la primera toma, saber a dónde vamos. Las películas te atrapan, y nunca flaquean en ritmo o en tono. Y en ambas tenemos los momentos tan clásicamente dulces en los que los personajes se enfrentan a su demonio frente a frente, se reconocen enteramente, y dan un paso en otra dirección. Los momentos Hamlet son manejados por Noah Baumbach con la delicadeza de un maestro. No hay una escena de más.

El gran acierto de Baumbach es poder enseñarnos desde los primeros planos, a estas personas con grandes debilidades, y también sus ganas de salir adelante. Basta con hacer la trampa de ver la primer escena de cada personaje, y compararla con la última escena de cada uno, y será evidente que el viaje los ha cambiado. Quizás se equivoquen durante el mismo. Quizás los odiemos por gran parte de la película.

Pero nunca nos son indiferentes, y no podemos evitar el encariñarnos y preocuparnos por estos personajes que son, como diría Nietzsche: humanos, demasiado humanos.

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