Un Morrisoniano Joaquín Phoenix en "I'm Still Here" |
Empecemos por el principio: Joaquin Phoenix es uno de los mejores actores de su generación. Ha interpretado personajes intensos, trágicos, cómicos, obscuros, y hasta personajes mal escritos, él los rescata con su mera presencia (The Village). Pero sin importar los matices o el tono de sus personajes, una cosa se mantiene en sus interpretaciones: son entrañables.
Desde el 2008, el actor decidió dejar su carrera como actor para dedicarse a hiphopear. Decidió permitirle a su cuñado, Casey Affleck, filmar un documental sobre esta transición. Decidió abandonar todo en lo más alto de su carrera. Después de enaltecidos elogios por su encarnación de Johnny Cash en "Walk The Line". Lo dejó por el rap. Donde ya no fuera una marioneta de ningún director. Donde se pudiera expresar sin rendirle cuentas a nadie. Apareció en Letterman totalmente dañado, sin articular frases, ensimismado. Hubieron varios virales en youtube donde se dejaba en evidencia la caída libre de tan talentoso actor.
Y hoy en México se exhibe este documento. "I'm Still Here". El documental está manejado de manera muy honesta, muy naturalista y con lo que se tenía a la mano. Mucha gente piensa que es un documental verdadero, otros que es un falso documental (mockumentary). Roger Ebert dijo que se enojaría mucho si se enterara que todo es una puesta en escena; Joaquin Phoenix ya ha dicho que quería explorar el fenómeno de la celebridad (y lo logra de manera exquisita), que todo era planeado. La pregunta es ¿realmente importa?
"I'm Still Here" como documental o como ficción retrata de manera cruda, humorística, y enternecedora un fragmento en la vida de un actor. Un fragmento de vida en el cual el personaje desde la toma uno se encuentra en crisis con su realidad actual. En la primera imagen, le vemos misterioso, cubierto con una "hoody" en una noche nebulosa, la frialdad de la nieve a su alrededor. En la toma final le vemos desnudo, con una luz brillante chocando contra sus cabellos, caminando por un río. Debe durar mínimo unos dos minutos caminando a cuadro, hasta que, cuando la audiencia ha bajado toda guardia, se desploma y sumerge en las aguas. Un bautismo. Una nueva vida.
A nivel visual, el contraste entre ambas imágenes es abrumador. Habla de un cambio, y además habla de un fondo mucho más serio de lo que la trama en sí te muestra. Y vemos como el contexto afecta el cuadro, al personaje. Así, la película es un viaje de intentos, de buscar respuestas, de querer aprender. Un viaje del ego contra el mundo, contra el contexto. Un viaje de intentar cambiar sus sistemas de sobrevivencia: ¿es acaso el cambio de carrera lo que realmente te hará pleno? Por lo que se ve en el largometraje, esto va más allá.
Pero lo mejor es que la película te lleva en un viaje emocional y temático al que pocas obras si quiera aspiran, ya no digamos logran. No importa. He's still here. Thank God.
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FOTO: http://readydemolitionfilm.blogspot.com